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Volver al teatro

Buenas noches,

Hablando hoy con Víctor Amela para una próxima Contra, se ha sorprendido de que mis inicios literarios no fueran novelas y ensayos, sino escribir obras de teatro.

Yo era entonces un veinteañero con ganas de que sucedieran cosas en su vida. Mi primer contacto con el teatro fue en la Escuela Oficial de Idiomas cercana al puerto de Barcelona. Contaba con un gran auditorio y los estudiantes de inglés tenían una compañía propia bajo la dirección de un dramaturgo australiano.

Aunque yo era estudiante de alemán, me enrolé en la aventura y fui actor de una obra de Tom Stoppard, If you’re Glad, I’ll be Frank (no sé si captáis el juego de palabras), que incluía un número de baile en el que yo debía girar en el aire como un tirabuzón.

Actores y director salíamos de copas después de cada ensayo, y así es como hice dos grandes amigas que aún conservo, Montse y Olga. Tras la esperada representación, que divirtió mucho a una sala atiborrada de alumnos de todas las clases, empezamos a ensayar la siguiente obra.

Aquí la cosa se complicó, porque era una obra para solo dos actores, Montse y yo, que permanecíamos todo el tiempo en el escenario. Se trataba de la historia de amor entre un estudiante Erasmus (yo) y el ama de casa (ella) donde vive realquilado.

Debido a mi timidez, el día de la representación padecí muchísimo. Una vez terminada, me prometí que no volvería a subir a un escenario. En lugar de eso, escribiría.

Ni corto ni perezoso, me puse a redactar en el ordenador del padre de mi primera novia (yo no tenía uno) una obra que se llamaría Rereteló (en catalán, detrás del telón), y que para complicar más las cosas era un musical. Aún recuerdo cuando imprimí el manuscrito acabado con una impresora matricial.

Recluté un buen número de actores —mi hermana entre ellos—, la mayor parte de los cuales nunca habían actuado, y mi amiga Montse ejerció de directora. Los ensayos se prolongaron casi un año y logramos estrenarla en cuatro o cinco teatros del circuito amateur.

Como agradecimiento a la sufrida directora, a continuación, escribí y dirigí un monólogo para Montse que incluía números musicales. El día del estreno, yo estaba al piano acompañando al saxofonista, que era el carnicero de confianza de mi madre. Nunca entrábamos a tiempo, pero el público del Ateneu Barcelonès, donde se estrenó, se tronchó con el monólogo, basado en las desventuras amorosas reales de mi amiga.

Curiosamente, muchos de los aludidos estaban en el patio de butacas, pero no entendieron que se trataba de ellos.

Después de eso, solo dirigí una obra de Benet i Jornet, E.R., que tenía alguna especie de maldición, pues de la cuatro actrices integrantes, tres murieron en los años siguientes, siendo una de ellas poco más que una adolescente. La única que sobrevivió fue Montse. Y lo terrible era que la obra versaba sobre una actriz muerta de forma enigmática.

En fin, ¿por qué diablos cuento todo esto? Sí, puede que te lo preguntes. ¿A qué viene rememorar mis pinitos teatrales?

Pues lo hago como excusa para explicar que, rompiendo mi promesa, el próximo 2 de diciembre volveré a pisar un escenario. Será a las 11:30 en el teatro del Orfeó Martinec de Barcelona, donde esperamos llenar sus 240 butacas.

Ciertamente, en mi trabajo como conferenciante paso por cientos de auditorios y teatros, algunos muy grandes, pero siempre en el contexto de una conferencia o mesa redonda. Esta será la primera vez, desde hace 35 años, que protagonizaré un espectáculo para el que el público paga una entrada. Haremos todo lo posible para no decepcionar.

Hablo en plural, porque me acompañará sobre el escenario mi amigo Gaspar Hernández, con quien hablaré sobre cómo cumplir nuestros propósitos vitales y darnos permiso para ser quienes estamos llamados a ser. Pero el show va a ser algo más que una conversación sobre cuestiones que nos interesan. Van a pasar cosas inesperadas, pero no os diré cuáles para no hacer spoilers.

El espectáculo será en catalán, en este primer show en nuestra ciudad, pero esperamos poderlo llevar en el futuro a muchos otros lugares y lenguas.

En la película Amélie hay un momento en que se dice: “La vida no es más que un interminable ensayo de una obra que jamás se va a estrenar.” Este no será nuestro caso, si Dios quiere. Gracias anticipadas a quienes estaréis allí para acompañarnos.

¡Feliz semana!

Francesc

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Comments

  • MARÍA DE LOS ANGELES MARTINEZ ITURBE

    2 noviembre, 2023 - 4:22 pm

    Enhorabuena,
    ¡qué ganas tengo de VERLOS de forma PRESENCIAL!
    por ahora vivo exacto al otro lado del mundo.
    ¿habrá manera de verlos online?
    sería bueno comprar mi boleto de entrada por este medio.
    reciban abrazos querido francesc miralles.

    • Francesc Miralles

      8 noviembre, 2023 - 8:54 am

      Este espectáculo es solo presencial, querida Mª Ángeles, pero en el futuro habrá otros formatos. ¡Un abrazo muy fuerte!

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