Buenas noches,
Tras muchas semanas anclado en Barcelona por las restricciones, escribo estas líneas desde un tren a Antequera. Mañana doy charlas en una escuela de esta ciudad andaluza que no conozco, aunque parece que los alumnos sí me conocen a mí, ya que han leído un libro mío durante el curso.
Aprovechando las cinco horas y media de trayecto, además de terminar una biografía de juventud de Paul Auster, he estado pensando sobre los trayectos circulares de la vida.
Una de las ideas más célebres de los filósofos estoicos es la del eterno retorno: la historia se repite una y otra vez, todo se extingue para volver a crearse. Este concepto se expresa a través de ouróboros, la serpiente que se muerde la cola.
Por la naturaleza fractal de la realidad, donde encontramos las mismas estructuras en lo grande que en lo pequeño, también en la vida hay trayectos circulares como los de los trenes con los que jugábamos de niños. Y acababa siendo muy aburrido que el convoy pasara una y otra vez por el mismo sitio.
Encontramos esta clase de trayecto cuando una persona encadena fracasos en un determinado ámbito, como por ejemplo el amor o la vida laboral. Se repite el proceso una y otra vez, pasando siempre por las mismas fases.
Si el círculo vicioso es el del mal amor, estas serían DECEPCIÓN — APATÍA — NUEVA ILUSIÓN (esta vez será distinto) — DECEPCIÓN (no ha sido así, qué mala suerte tengo) y así hasta el infinito… a no ser que la persona se decida a romper el círculo. Y eso no se consigue cambiando de pareja, de empleo, ni siquiera cambiando algunos hábitos.
Antes de que nos demos cuenta, volveremos a mordernos la cola como ouróboros. Puedes cambiar los vagones del tren e incluso la locomotora, pero seguirán pasando por los mismos sitios.
Para salir del disco rayado, el cambio tiene que operarse en el QUIÉN, ya que es el origen de todo lo demás. Lo que nos sucede afuera es un mero reflejo de cómo estamos por dentro. La buena noticia es que tenemos en casa la llave de la transformación.
Los hábitos útiles no son los que buscan lograr una nueva situación, sino un cambio de identidad. El periodista James Clear en Hábitos atómicos nos pone ejemplos sencillos para comprenderlo:
“La meta no es leer un libro, la meta es convertirse en lector. La meta no es correr un maratón, la meta es convertirse en corredor. La meta no es aprender a tocar un instrumento, la meta es convertirse en músico. (…) Los hábitos no consisten en obtener algo. Los hábitos consisten en convertirte en alguien”.
Y ahora viene la pregunta clave: ¿en quién te quieres convertir?
¡Feliz semana!
Francesc
Comments
Silvie
Hola tal vez te gustan los cuentis de mi hermana Monique. Colombiana feancesa vive en bcn
Francesc Miralles
Un abrazo, Silvie!
Paloma Castro
Muy buena pregunta. Creo que estoy en un momento estupendo para intentar contestarla ?
Francesc Miralles
¡Muchas gracias, Paloma! 🙂
Reyes del Pino Montes
Gracias Francesc tus palabras me despiertan un sentimiento que se me repite en sueños con mucha frecuencia, quiero caminar y no puedo estoy anestesiada,inmóvile, no puedo mover las piernas, tengo que hacer un esfuerzo sobrehumano para dar un paso y DESPERTAR, ese es el secreto despertar.
Francesc Miralles
Tú lo has dicho, Reyes, lo que necesitamos es despertar 🙂 ¡Un abrazo!