Buenos días,
Hay un concepto del budismo japonés muy bello, Shoshin, que popularizó Shunryu Suzuki en su clásico Mente Zen, Mente de principiante y que el actor Peter Coyote grabaría, ya en el 1992, como audiolibro.
Este maestro que, desde su California de adopción, contribuyó a divulgar el zen en Occidente afirma que “En la mente del principiante hay muchas posibilidades, en la mente del experto hay pocas”.

Una actitud Shoshin ante la vida sería experimentarlo todo con los ojos de un niño, sin expectativas ni prejuicios, sin pensar que sabes nada, lo cual te libera además de querer llevar la razón. O sea, lo contrario a un político que arroja su bilis contra los supuestos oponentes.
Esta es una cualidad indispensable en la buena escucha y en la exploración artística, ya que el mejor tesoro lo encuentra quien no sabe qué está buscando.
Sin embargo, desde hace un tiempo que estoy siguiendo un concepto opuesto y a la vez complementario. Lo podría denominar mente de moribundo, pero lo he bautizado más poéticamente como mente de despedida.
Cada vez que organizo un viaje, lo hago con la idea de que podría ser el último. Eso me lleva a poner toda la carne en el asador. Lo mismo sucede si, cuando escribes un libro, te dices que bien podrías morir justo después. ¿Qué no puede faltar en ese legado? ¿Y cómo sería la conversación con un buen amigo, si supieras que es la última?
Pensar en la muerte de esta manera no produce miedo, sino una urgencia de vivir que despierta los cinco sentidos y todos los que pueda haber ocultos.
Joan Garriga me dijo una vez que le daban pena las personas que están bajando ya la montaña de la vida, pero siguen con actitud de ganancia, que luchan por seguir brillando, cuando lo que les corresponde es alumbrar a los demás y dejar un legado para ser recordadas con cariño.
Estoy en sintonía con esta idea, que me hace pensar en una película muy violenta, Samaritan Girl, de un director coreano al que admiro. El protagonista es un padre que ejecuta una brutal venganza contra quienes han abusado de su hija menor. Antes de que se le eche la policía encima por tomarse la justicia por su mano, el hombre lleva a su hija a un descampado, donde le enseña a conducir. Luego se marcha.

Es un momento bello y extraño, de gran carga simbólica: antes de despedirse, el padre le enseña cómo conducirse por la vida.
Con este mismo espíritu, ¿qué podemos hacer hoy por la posteridad? Tener mente de despedida no significa que vayas a morir pronto, sino que estás dispuesto a hacer una fiesta memorable de todos los días, meses y años que te queden por vivir.
¡Feliz semana!
Francesc
PD1. En la foto, con mi amigo Andreas en mi última visita en Omán.
PD2. El lunes que viene os relataré un sorprendente viaje al fin del mundo.
Comments
Núria
Bellisímo post!!! Feliz semana !!🙏Namasté
Francesc Miralles
Namasté, Núria!! ❤️
An
gracias Francesc por tu post. Tambien Da mucho juego la mente vacia, la mente que abraza el no saber como la condicion atemporal del ser humano. Un abrazo
Francesc Miralles
Otro abrazo para ti, Antonio!
Ester
Vivir como si hoy fuera el último dia, me asemeja cuando siempre repito, cada dia podría ser una vida entera. No sabes que habrá mañana hasta que lo vives. Me gusta la idea de pensar en quizás sea la última…
Gracias Francesc por estas palabras que compartes con nosotros. 😘
Francesc Miralles
En efecto, cada día es una vida entera :)) ¡Gracias a ti, Ester! 😘