Buenas noches,
Hace unos días que murió, de manera totalmente inesperada, mi querido Cristóbal Jodorowsky, pero he preferido esperar a este lunes para contar la historia de nuestra amistad.
Hará más de diez años, cuando pasaba a menudo por Barcelona, nos presentó un amigo común y empezamos a vernos y a conversar. Enseguida hubo sintonía entre nosotros.
A diferencia del padre, a quien conocí en París y que es un hombre de fuerte carácter, a veces incluso bruto, Cristóbal era extremadamente amable y delicado. No debió de ser nada fácil vivir bajo la alargada sombra de su progenitor, aunque de los hijos de Alejandro es el que ha seguido su estela.
Cristóbal era psicomago, constelador, maestro de tarot y de psicodrama, además de pintor y muchas cosas más.
Antes del pasado verano, transcurrieron muchos años sin que nos viéramos. Cristóbal ya no vivía en Europa. Se había trasladado a Ciudad de México, donde vivía feliz cerca de sus dos hijos. Aun así, al terminar cada año solía grabarme un mensaje de voz diciendo lo mucho que me quería y apreciaba.
Yo no entendía qué había hecho para merecer ese amor, pero Cristóbal era así, un ser amoroso y lleno de luz. El destino y la directora del CUDEC, nuestra querida Dra. Angélica Malpica, quiso que nos rencontráramos este verano para dar clases en la universidad.
Además de estar juntos cada día, Cristóbal tuvo el detalle de asistir a todas nuestras clases. En un taller de mi compañera, Anna Sólyom, modeló con los ojos cerrados una figura en plastelina. Para su sorpresa, le salió un colibrí a punto de levantar el vuelo. Quien sabe si era una señal de que estaba cerca de marchar.
Una noche nos propuso que nos fuéramos a cenar a su restaurante favorito en La Condesa, el barrio donde vivía. Allí nos contó que, a lo largo de su existencia, había sido declarado tres veces clínicamente muerto.
En una de ellas, el balcón en el que estaba con un amigo había cedido y se habían precipitado al vacío. Cristóbal había estado en parada cardíaca más de un minuto.
Cambiando de tema, nos explicó que recientemente había comprado a un profesor que había conocido en París todos sus archivos sobre la conciencia, antes de que desapareciera misteriosamente en algún lugar de Estados Unidos. Nos trazó en un papel sus principales ideas y yo me comprometí a ayudarle a que cristalizara en un libro.
Tenía que venir a Barcelona este octubre, pero el colibrí escapó de la jaula el pasado jueves. Tras un nacimiento y tres renacimientos, Cristóbal se encuentra ya en su quinta vida.
Te deseo un feliz vuelo, amigo querido, gracias por todos estos años llenos de magia y sensibilidad.
Y, a tod@s, ¡feliz semana!
Francesc
Comments
Ester
Los seres se juntan porque asi està escrito, que fortuna haber recibido tanto amor y cariño. Tanto como tu das siempRe a quien te rodea. Ojala ese libro que tu querias AcoMpañarlo, salga Como estaba planeado. Una abrazo Francesc
Francesc Miralles
¡Muchísimas gracias, Ester!
Mamen
Hermoso escrito que destila amor En cada letra! A por ello! Gracias!
Francesc Miralles
Gracias infinitas, Mamen