Buenas tardes,
Escribo este lunes horas después de haber aterrizado en Barcelona tras un largo viaje. Una vez al año hago una escapada con un grupo de aventureros entre los que está Rafael Santandreu y mi amigo más antiguo. Este año elegimos ir a Zanzíbar, una isla que yo ya conocía.
Planeamos la ruta y compramos los vuelos hace medio año, pero semanas antes supimos de la irrupción de la variante del Covid Ómicron en África, con media docena de países en la lista negra y viajeros atrapados en Sudáfrica.
Más del 90% de la gente habría cancelado el viaje, pero nuestra filosofía fue “wait & see”. Mientras el país al que nos dirigíamos no se cerrara, el día previsto iríamos al aeropuerto. Y eso hicimos. Aunque Madagascar, justo al lado, ya había entrado en la lista, volamos hacia Zanzíbar, bajo riesgo de quedarnos colgados allí si llegaba el Ómicron durante nuestra estancia.
Dos aviones y 12 horas de vuelo después aterrizamos cerca de Stone Town. Paseando por la vieja ciudad de piedra, nos sentimos en un mundo ajeno a lo que vivimos en Occidente. Un mundo lejano y feliz en el que las conversaciones de café duran horas y los chicos juegan descalzos al fútbol en las playas al atardecer.
Después de tres días en esta ciudad propia de las Mil y una Noches, nos trasladamos a la selva de Jozani, santuario de los colobos rojos, una especie de mono que solo existe aquí, además de lémures (allí los llaman Bush Babies) y enormes serpientes de pitón.
En lugar de ir y volver, como hacen casi todos los visitantes, decidimos pasar la noche en un refugio en medio de la selva. Allí estábamos solo nosotros, otra viajera y el cocinero y su ayudante que llevan el refugio.
Pese a ser islandesa, la viajera resultó hablar perfecto español, idioma en el que ha escrito su primer libro de poesía. Nos recomendó que encargáramos una cena al cocinero, al que calificó de genio capaz de preparar cualquier plato del mundo.
Siguiendo su consejo, aquella noche tuvimos una cena al lado de una hoguera en un claro del bosque, con mariscos y cerveza. La islandesa fue invitada y empezamos el encuentro con rondas de preguntas existenciales. Luego yo le propuse que leyera algunos de sus poemas, sirviéndose de un candil.
Fue como uno de los cenáculos artísticos que organizo en Barcelona desde hace dos décadas, pero en medio de la selva, entre gritos de lémures y otras criaturas de la noche.
Al día siguiente viajamos hacia una playa del norte donde nos quedaríamos hasta el fin de nuestra estancia. Allí conocimos a la amabilísima gente local y a otros viajeros locos que tenían mil historias que explicar, nadamos en aguas turquesas y navegamos en un pequeño velero hacia el sol del crepúsculo.
De regreso a casa, tras celebrar que nos hubieran dejado subir al avión, en el segundo vuelo sucedió algo totalmente inesperado.
Nada más tomar asiento, vimos a un hombre muy grueso con el hábito blanco tradicional de Oriente Medio. Caminaba por el pasillo y pedía a las azafatas que le cambiaran de lugar, porque estaba muy estrecho en su asiento.
Dejé de prestar atención y, para convocar el sueño, escuché un podcast sobre las películas protagonizadas por Vincent Price y dirigidas por Roger Corman, que adaptó decenas de novelas y relatos de Edgar Allan Poe. En la siniestra El pozo y el péndulo, por ejemplo, habían logrado hacer una película de 80 minutos a partir de un cuento, mezclado con otros relatos del autor como El barril del amontillado.
Estaba yo entusiasmado escuchando todo esto, cuando el horror decidió cruzar la línea de la ficción para instalarse en la realidad. En plena madrugada, se encendieron las luces del avión y los altavoces solicitaron la presencia de un médico. Había cuatro en el Boeing 787, pero ninguno pudo hacer nada.
El hombre grueso había entrado en el lavabo tres horas antes y, al ver que no salía, las azafatas habían desbloqueado la puerta. Llevaba dos horas muerto. Los intentos de reanimación fueron en vano.
Para sacarlo de allí hubo que arrancar la puerta del lavabo, tras lo cual el cuerpo quedó tendido en el pasillo mismo donde estábamos sentados. Aunque hubo varios intentos, por su peso fue imposible levantarlo para tenderlo en la fila trasera de asientos, así que hicimos las últimas tres horas de viaje con el cadáver al lado.
Oí que el fallecido, que en paz descanse, se llamaba Khalifa y se dirigía a Barcelona para una operación de corazón. Lamentablemente, no llegó a tiempo.
Al aterrizar esta mañana, nuestro avión fue tomado por la Guardia Civil, los sanitarios y el forense, mientras esperaban a la juez que levantaría el cuerpo.
Cuando finalmente nos dejaron salir del avión, me dije que la decisión de viajar a Zanzíbar —pese a todo— había sido acertada. Lo sucedido en el vuelo demuestra que la vida puede acabar en cualquier momento. El péndulo con la cuchilla oscila siempre sobre nosotros. Mientras no me llegue la hora, yo elijo vivir la aventura de la existencia sin miedo.
¡Feliz semana!
Francesc
Comments
Anna
Sí!!! A vivir sin miedo!! ?❤️
Francesc Miralles
?❤️❤️❤️
Mamen
PObre KHALIFA!
3 Horas en el lavabo del avión y corpulento como era, no me extraña….
VIVIR!!!!!!! 🙂 Sí SEÑOR!
En cualquier momento…..
Francesc Miralles
Un abrazo, Mamen!! ??
Inma
SIn duda Alguna , vivir !??
Francesc Miralles
:))))
Martha valencia
Lágrimas deslizaron por mi mejilla, la vida ahora, la vida un instante, de que me sirve el miedo, de que me sirve dejarlo para mañana. Hermoso como siempre Francecs ❤️
Francesc Miralles
¡Muchas gracias, Martha! ❤️ ❤️ ❤️
Jose angel Montero berzosa
Hola ! Francesc .. que se lo digan al pasajero si pasa vOlando !!! La verdad como se dice en futbol “ te la hAn ecHado al pie “ para tu proxima novela . Un abrazo y namaste . !
Francesc Miralles
Un abrazo enorme!! Namasté!
Ferràn
Apreciado Francesc, que bueno que estés de vuelta sano y salvo 🙂
Como dicen la sabiduria popular, Los vivos cierran los ojos de los muertos y los muertos abren los ojos de los vivos.
A veces con tanto dia a dia se despista uno y se olvida de abrir los brazos y el corazón y gritar…SI a la vida!
Gracias por compartir.
Ferràn
Francesc Miralles
Gracias a ti por estar en mi vida, querido Ferran!
Marta
….qué AVENTURA Francesc….no esperaba ese final…la Vidaaaaa…siempre adelante sin MIEDO….con lo que nos trae cada día…Vivir ….la mayor Aventuraaaa….siiiiii….siempreee….nos sorprendes cada semana…gracias Queridoooo ..
Francesc Miralles
¡Gracias, marta! :))
GLORIA
vaya aventura! me encanta este final: El péndulo con la cuchilla oscila siempre sobre nosotros. Mientras no me llegue la hora, yo elijo vivir la aventura de la existencia sin miedo.
Francesc Miralles
¡Gracias, querida Gloria!
Tolo
Qué bueno, Francesc. Que bello ejemplo de vida y atrevimiento. Gracias por esas fantásticas historias. Eres una gran persona. Gracias por hacernos partícipes de tus vivencias. Un fuerte abrazo ??❤
Francesc Miralles
Gracias a ti por tu amabilidad, querido Tolo!!! :)))
Lérida
Qué experiencia fuerte, Francesc!! Y… cuántas enseñanzas…
Tengo tanto para aprender de ti…
Como siempre, es un gusto leer y reflexionar tus Mondays. Me encantaría poder releer las que tenías en la Web anterior. ¿Qué les hiciste? Recuerdas que te sugerí en algún momento que hicieras una recopilación y las editaras? Cada ves que las lees, según el momento, te inspiran diferentes reflexiones.
Me encantará poder leer el libro que sale en primavera!!!
Gracias por compartir tus experiencias.
¡Feliz semana y un fuerte abrazo!
Francesc Miralles
Las tengo todas guardadas, querida Lérida!! En mi primer volumen de memorias incluí muchas, y habrá más en el próximo. ¡Un abrazo enorme y feliz fin de año!
Lérida
Espero volver a leerlas a todas, entonces,
Muchas gracias, querido Francesc por tus deseos!
¡Feliz fin de año también para ti y otro abrazo enorme!!!