Buenas noches,
Aunque desde hace un par de décadas se me conoce por mi relación con Japón e India, mi pasión como joven aventurero fue Grecia.
Como saben los lectores de Los lobos cambian el río, mi primer viaje a este país fue muy accidentado. Tras conocer a unas griegas en un albergue de Ámsterdam, nos estuvimos carteando y finalmente nos invitaron a pasar la Navidad con ellas en su país.
Yo tenía poco más de veinte años, y con mi sueldo de camarero ocasional era impensable volar a Atenas, así que viajé en tren con mi amigo JR (que acababa de romperse una pierna) a través de Francia, Italia y Yugoslavia, con un regreso propio de thriller que sería largo de explicar.
Contemplamos la Acrópolis bajo la nieve, charlamos durante horas en los bares alternativos de Exarcheia, e incluso pasamos unos días con las chicas en su apartamento de la playa, cerca de Volos. Nos enseñaron los cantautores griegos del momento, fuimos a conciertos de buzuki donde tocaba el profesor de matemáticas del pueblo, y un gigante local quiso darme una paliza por haber estrellado un plato sobre su pie antes de salir a bailar.
De regreso a casa, una parte de mi alma se quedó en Grecia, escuchando viejos casetes griegos y leyendo los poemas de Kavafis.
A lo largo de los años, regresé al país varias veces. En uno de esos viajes me prometí que un día viviría en la isla de Hydra, antes de saber que Leonard Cohen tenía casa allí, donde había compuesto algunas de sus canciones más hermosas.
Tras muchos años abducido por Oriente, en gran parte debido a mi trabajo, la invitación de un festival de literatura (LEA) me hizo volver hace unos días a ese territorio mítico y sentimental para mí.
Di un par de charlas en Atenas, donde me alojé en un hotel desde el que se veía la Acrópolis. Luego me mandaron a una isla cercana a charlar con los estudiantes de español de una academia. Fue extraño volver a estar en una pequeña aula, como en mis tiempos de profesor de idiomas, hablando muy despacio para que los alumnos de distintos niveles pudieran entenderme.
Al terminar el acto, pregunté a cada uno cuánto había entendido. Uno de ellos, que había cursado un master en la Universidad de Barcelona, dijo 100%; otro, 60%; el taxista que me había llevado hasta allí desde Atenas (se quedó a la charla) un 30% para mi sorpresa; una joven que había seguido toda la sesión con gran atención, 1%. Confesó que no tenía ni idea de español y que solo había comprendido las palabras griegas que hay en nuestro idioma. Se había acercado por curiosidad.
Además de estos actos, cené con mi editora en Grecia y su equipo. Todo el mundo estaba convencido de que yo visitaba el país por primera vez, así que se sorprendieron al saber que había ido media docena de veces y que hubo un tiempo en el que fue mi país favorito.
—Pero… ¿qué te gusta de Grecia? —me preguntó, un joven periodista, sin entender.
—La gente —contesté—. Me gustan los griegos.
Esto causó aún más asombro. En este último viaje he comprendido que, pese a ser cuna de la civilización y de muchas maravillas modernas, el país está aquejado de una baja autoestima. Se quieren y valoran mucho menos de lo que merecen, como suele suceder a la gente más delicada y talentosa.
Para muestra un botón. La traductora de mis libros al griego, la poetisa Agathi Dimitrouka, me regaló tres canciones que ella escribió para Manos Hadjidakis, un genio de la música griega fallecido hace tiempo. Os comparto mi favorita, La Oración de un Acróbata:
De esta canción, el rockero griego Giannis Aggelakas hizo una versión para suicidas, en palabras de mi amiga traductora:
Gracias por compartir conmigo la melancolía de Grecia, como la que sentía Ulises mientras soñaba con regresar a su hogar.
¡Feliz semana!
Francesc
Comments
Pamela betancourt
Francesc, con cada palabra, un sentimiento. Leerte se convierte en un bálsamo para el alma. Un abrazo y gracias por tanto.🥰❣
Francesc Miralles
¡Muy feliz de saberlo, querida Pamela!
Agathi dimitrouka
Querido fransesc, todos los agradecimientos no bastan. Me has dejado profundamente emocionada tanto por tu presencia como por tu interior humanistico. y esa revelacion de que el griego compositor de musica que mas te gusta es el que ha compuesto la obra “La sonrisa de Gioconda” se ha convertido en un lazo, ya no tan secreto, que me une para siempre con tu modo de pensar y sentir y escribir. Me inclino. Agathi
Francesc Miralles
Querida Agathi, desde ese viaje juvenil en el que me lo descubrieron que me encanta. Y conocer ahora a la letrista de algunas de sus canciones es para mí un regalo de la vida 🙂 ¡Un abrazo inmenso!
Beatriz
Como siempre , desde que te descubri es una delicia leerte 😃
Francesc Miralles
Muchas gracias, Beatriz! Bss
CARLOS
HOLA, NO IMAGINASTE NUNCA UN LIBRO SOBRE ESAS VIVENCIAS GRIEGAS. GRACIAS POR TAN BUENA LITERATURA BALSAMO PARA EL CUERPO Y EL ALMA.
Francesc Miralles
Hola Carlos! El viaje juvenil a Grecia está descrito de forma muy completa en LOS LOBOS CAMBIAN EL RÍO, el primer volumen de mi bio. ¡Un abrazo!
Mamen
Grecia: primer viaje en primero de Periodismo; primera cRonica Telefonica; primer ramo de flores recibido, magia de ElIkAbetbhos?, primera nata De mi vida y primer beso al marmol; primera estancia a HYdra; primera subida en burro y un largo etc
AÑos despues…. Solo para mi!
Amo grecia y espero volver pronto. Pelicula Mujer escritora frustada romANce con joven caSa sobre un acantilado ???? Persigue todavia
Oraculo, socrates,aristoteles
Esto y mucho mas solo leerte
Unas pocas lineas…
Gracias, gracias, gracias!
Francesc Miralles
¡Mil gracias a ti, Mamen!