Hojas y páginas

Buenos días,

He esperado a hoy para escribir porque justo acaban de llegar los primeros ejemplares de Namasté —en librerías el 20 de septiembre— y de la versión actualizada de Ikigai, ambos en castellano y en catalán. El 1 de octubre a las 12:00 nos veremos en la presentación en Barcelona los que estéis por aquí.

A medida que avance septiembre, caerán las hojas de los árboles y las de los libros que vamos leyendo. Como este agosto he viajado mucho —Colombia e Islandia— he tenido mucho tiempo para leer en aviones y hoteles. Dedico el artículo tardío de esta semana para hablar de mis lecturas.

Tras abandonar dos libros seguidos en la página 100 (¿cuántas páginas dais de margen a un libro para que os guste?), me llevé dos libros de Bill Bryson, dos de Houellebecq y uno corto de Stephen King. Ninguna autora esta vez, pero me esperan unas cuantas en la próxima remesa de lecturas.

Desde que descubrí Una breve historia de casi todo, me gusta mucho leer a Bryson. Creo que es el divulgador más ameno que tenemos en la actualidad. Solo él es capaz de lograr que el ensayo 1927: un verano que cambió el mundo interese a alguien que no conoció esa época ni vive en Estados Unidos.

Care Santos me dijo una vez “Un buen escritor te hace una gran novela de un tío que se tira un pedo en un ascensor”, y así es Bill Bryson. Aunque no te interese Babe Ruth —el mejor jugador de beisbol de todos los tiempos—, ni el vuelo de Lindbergh ni los tejemanejes de Hoover, que acabaría siendo presidente de Estados Unidos, te lo cuenta de tal manera que no puedes dejar de leer y reír.

El otro libro de Bill Bryson que me llevé fue En las Antípodas, sobre sus viajes a Australia. Mucho menos brillante que el anterior, pero con alguna anécdota muy graciosa. De este autor, mi libro favorito sigue siendo Un paseo por el bosque, que fue bien adaptada al cine con Robert Redford y Nick Nolte.

A Houellebecq no lo había vuelto a leer desde Ampliación del campo de batalla, que me sorprendió totalmente, y Las partículas elementales. Estando en la librería Wilborada de Bogotá me apeteció comprar su última novela, con el poco optimista título de Aniquilación.

Tiene una trama menos atractiva que otras novelas suyas, pero siempre es un placer leer a alguien que escribe tan bien. Odiado por su carácter polemista, cada línea de Houellebecq destila una mala leche y una sutileza que logra, como me comentaba un amigo novelista, que en comparación sientas que no eres escritor.

Estoy ya a cerca de terminarlo y luego iré a su opera prima, una biografía que escribió sobre Lovecraft antes de que nadie conociera a este provocador de las letras francesas. Para los curiosos, esta obra de 128 páginas se titula H.P. Lovecraft, contra el mundo, contra la vida.

Antes de sumergirme en lo último de Houellebecq, estuve leyendo una novela breve de Stephen King de 2018, Elevación. Con una maquetación normal, el texto no tendría más de 60 páginas, por lo que lo considero más un relato largo que una novela. Es la historia de un hombre que empieza a perder peso día a día, aunque físicamente no experimenta cambio alguno. Simplemente, le va abandonando la ley de la gravedad. Es una obra menor muy entretenida, aunque bastante triste.

Me ha servido de aperitivo mientras espero con impaciencia la llegada, a final de este mes, de una nueva obra magna del Rey. Se llamará Cuento de Hadas y es un novelón de 856 páginas sobre un niño que pasea el perro de un extravagante anciano. Al morir este, le revela su mayor secreto a través de una cinta de casete, lo cual supondrá el fin de su vida normal. Ya lo he encargado y sin duda lo leeré.

El próximo lunes regreso con nuevas aventuras, de las que suceden fuera de los libros.

¡Feliz inicio de septiembre y gracias por seguir aquí!

Francesc