Buenas noches,
Oscar Wilde dijo una vez: «Cuidado con lo que deseas, pues se puede cumplir». Esta frase ha adquirido últimamente mucho sentido para mí en relación con la fiebre viajera que me acompaña desde niño.
A veces pienso que empecé a desarrollar esta locura desde el día de mi nacimiento. Y por un hecho más bien triste.
Mi padre, que pese a no tener estudios era un hombre culto y autodidacta, siempre viajó en solitario desde que yo estaba en la cuna. Esto es literal, porque nada más nacer, se fue de viaje mientras mi madre estaba convaleciente por complicaciones del parto.
Durante semanas no se pudo mover de la cama, y un tío mío soltero tuvo que venir cada día a atender al bebé Francesc, que aún no entendía a qué mundo había venido a parar.
Cuando fui teniendo conciencia, recuerdo de niño que miraba intrigado los mapas de los países a los que mi padre viajaba en sus vacaciones. Lugares misteriosos como la Checoslovaquia comunista, de los que luego recibía cartas escritas en lenguas que yo no conocía, normalmente de mujeres.
El día de su regreso —a veces se cansaba y avisaba que volvería una semana antes—, yo y mi hermana le esperábamos al lado de la puerta. Tras abrazarlo, mirábamos la maleta que había dejado en el suelo, ansiosos por saber qué nos había traído de aquellas tierras lejanas.
Desde muy pequeño hasta que empecé a trabajar, no había una sola noche que no pasara horas mirando el atlas (el de la foto) que tenía siempre bajo la cama, recorriendo con la mirada islas o poblaciones de nombres extraños.
Creo que esas idas y venidas solitarias despertaron mi pasión por el viejo atlas y por los viajes, como si tratara de saber cómo eran aquellos lugares por donde pasaba mi padre.
A partir de los 19, cuando obtuve mi primer empleo en un bar del barrio Gótico, viajar se convirtió en mi único propósito vital. Ahorraba para tomar trenes y recorrer países, donde conocía a gente que me invitaba a sus casas y luego yo a ellos. Cuando no estaba trabajando, inmediatamente salía de viaje.
Por aquel tiempo, no sabía aún qué quería hacer con mi vida, así que cuando me preguntaban por mi profesión, contestaba: «Soy viajero. A parte de eso, puedo trabajar de cualquier cosa.»
No imaginaba que acabaría siendo escritor, y aún menos que una profesión tan sedentaria me haría viajar tanto.
En breve me esperan dos aventuras muy especiales que van a dar juego en estas Monday News, que esta semana llega un día más tarde. Del 20 al 23 de diciembre regreso a Okinawa, casi cinco años después, con National Geographic para filmar, junto a mi hermano Héctor, un documental que se emitirá en abril.
A mediados de enero estaré dos semanas de gira por la India, donde Ikigai se ha colocado nº1 de no ficción en las grandes cadenas de librerías.
30 horas de vuelo (y otras 30 para volver) para llegar a la aldea de los centenarios, en este próximo viaje, donde solo pasaré tres días, parece un castigo por haber soñado tanto delante de los mapas mientras echaba de menos a mi padre, pero lo acepto gustoso. Al final, creo que mi estabilidad está en el movimiento.
¡Feliz semana!
Francesc
Comments
Carme Garcia Gomila
Ostres, tinc la mateixa malaltia però sense remei. Viatjo Molt menys del que voldria, en angles he après que es diu wonderlust i ma mare des que tinc 7 anys diu que tinc febre marxera. Ara 65. Al proper dinar expliques aventis. @escartaris es la conta d instagram, una muntanya que vaig voker visitar quan tenia ser anys i m ha portat dues vegades a Islandia. Bon okinawa.
Francesc Miralles
Wanderlust és una gran paraula, Carme :))) Amb 65 et queden encara molts viatges per fer i compartir 😉 Islàndia és també un dels meus països favorits! Una abraçada i tornem a quedar aviat per parlar de viatges!! :**
Lérida Sosa
Hola, Francesc, qué lindo eso que dices «creo que mi estabilidad está en el movimiento». Me parece que la mía tendría que ir por ese lado. La estoy buscando aún…
¡Felices aventuras, felices viajes!!!
(En noviembre te envié un mensaje, quizás aún no lo leíste)
Un fuerte abrazo y que tu espíritu aventurero te traiga por acá. (parece que es también lo que quiere hacer Mario).
Francesc Miralles
Tengo un e-mail tuyo para contestar, mañana me pongo con el correo :)) ¡Un abrazo muy fuerte, Lérida!