Buenas tardes,
Hace un par de días recibí un correo electrónico que puede parecer insignificante y banal, comparado con los horrores que están mostrando las noticias.
En ocasiones voy al Palau de la Música a ver conciertos, así que me tienen en su newsletter y me van informando de cosas. Este correo concreto era para avisarme de que el concierto de Denis Matsuev, “el pianista ruso más destacado de su generación” según había sido anunciado, se ha cancelado. Debido a lo que está sucediendo, no puede acudir a su cita con el público para tocar Chopin, Schumann, Beethoven y Liszt.
Aunque no tenía entradas para el recital, la noticia me entristeció. Me dije que, además de causar la muerte de miles de seres humanos iguales que nosotros, la guerra mata también la música, el arte y la belleza de la vida.
Hace tiempo que apenas sigo las noticias, más allá de las que me llegan puntualmente sin que yo las haya buscado. Soy muy sensible al sufrimiento ajeno, y basta con media hora enterándome de atrocidades para arruinarme el ánimo todo el día.
Por otro lado, no quiero saber detalles de cómo un tanque aplasta un coche, o cómo la televisión ucraniana enseña a la población a preparar cócteles molotov. Nada de eso me sirve para ser mejor persona, ni me hace más útil para aliviar el drama.
La manera en que se presentan muchas de estas noticias despierta el miedo, el odio y otros sentimientos primarios. Ante una imagen impactante es fácil tomar la parte por el todo, y al final uno puede acabar alegrándose de que, al pianista ruso, a quien seguramente le horroriza la guerra tanto como a mí, no le dejen mostrar su talento.
Cuando me dejo llevar por el alud de fatalismo, me convierto en parte del problema y no de la solución. Si quiero hacer mi aportación para la paz y la belleza del mundo, no puedo odiar a ningún pueblo. Tengo que promover las emociones que se encuentran al otro lado del espectro, aunque me tachen de ingenuo.
Si empiezo a devorar noticias de guerra, a veces por puro morbo, me pareceré un poco más a ese tanque que aplasta un coche. Desearé aplastar a quien aplasta y, al final, matar a quien mata. Y esa es justamente la retórica que engendra la muerte que se muestra en las pantallas. Se convence a un grupo de gente, tal vez a parte de una nación, que alguien o que muchos merecen ser destruidos.
Lo peor de todo es que no es fácil darse cuenta de cómo nos manipulan emocionalmente. Cuesta menos esfuerzo asumir que lo que nos cuentan es verdad absoluta, aceptar las visiones ajenas como propias.
Como yo no quiero vivir en ese mundo mental, elijo no entrar en el juego. Necesito todas mis fuerzas disponibles para ayudar en lo que pueda, allí donde sea útil, y construir la paz con actos tan pequeños como escribir estas líneas.
Vamos a necesitar mucha utopía para darle la vuelta a lo que estamos viviendo. Si me dejo llevar por la rabia, entonces pierdo mi propósito. Si todo se agita a mi alrededor y mi mente también se agita, soy caos dentro del caos. En ese estado, no puedo ayudar, soy uno más a la deriva.
Mi post de esta semana no es una invitación a mirar a un lado ante el sufrimiento humano, nada más lejos de mi intención. Es una invitación a cultivar una mente pacífica, cuidando el tono emocional de los mensajes que consumimos.
Al igual que se vigila cada vez más los alimentos para promover el bienestar del cuerpo, para preservar la salud de la mente también hay que cuidar lo que le damos.
Para saber si un determinado contenido te hace bien, examina cómo te sientes tras haberlo consumido. ¿Estás más esperanzado? ¿Te sientes impulsado a buscar soluciones, a unirte a gente de bien para intentar aliviar el dolor de otros? ¿O te convences de que la humanidad no tiene remedio y que, por lo tanto, no hay nada que hacer? ¿Alimentas tu pesimismo o proteges la llama, frágil y temblorosa, de que otro mundo es posible?
Es bueno hacernos estas preguntas de vez en cuando. Necesitamos de todas nuestras facultades y energías para, en tiempos de guerra, seguir siendo amables, pacientes y compasivos. Justo lo que no son quienes causan la destrucción.
Con cariño y esperanza,
Francesc
Comments
Martha Valencia Gutierrez
Amor y compasión. clamar por un alto a la guerra, a partir de nuestra propia aportación, desear ser felices, y esperar que esa felicidad pueda iluminar a todo los seres que se crucen por mi camino. Que todos los seres sean felices, que encuentren la felicidad y sus causas. Que todos los seres se liberen del sufrimiento, del ciclo del sufrimiento y de sus causas. Hermosas palabras Francecs ♥️
Francesc Miralles
Muchísimas gracias, Martha!
M, Lluisaa
Francesc. Cada dia som mes , els que…..”Nosaltres no som d,eixe mon ” ! ?
Francesc Miralles
Així és, Mª Lluisa! Abraçades!
Lérida
Gracias Francesc, por este gran aporte, para ayudar a reflexionar en estos momentos tan difíciles que estamos viviendo. Tienes mucha razón “vamos a necesitar mucha utopía…”
¡Un abrazo, también con cariño y esperanza!!!
Francesc Miralles
¡Un abrazo enorme, Lérida!
Maria Abad
UN violín sin cuerdas jamás haría música.Algunos tenemos que ser cuerda para hacer melodía en el caos.
Sublime francesc, me identifico mucho en tus letras.
Francesc Miralles
Lo has explicado maravillosamente, Maria. ¡Abrazos!
Tolo Alzina
Gracias por tu ingenuidad, francesc. Gracias por llenar el tanque…del amor, con pequeños gestos como estas líneas, con la bandera de la amabilidad, paciencia y Compasión. Gracias un día más ??❤
Francesc Miralles
¡Gracias a ti, querido Tolo!
Marta
….profundooo lo Que nos TRAes Francec querido…desde la muerte reciente de Thay, comencé a investifar sobre su filosofía de VIDa….manternos en Camino del Medio….estimo tiene que ver con lo que tú EXPONEs….Ecuanimidad para Transformar el Sufrimiento…abrazoooo
Francesc Miralles
¡Muchísimas gracias, Marta! Un abrazo muy fuerte!
Mari Carmen
No habría encontrado mejores palabras para expresarlo. Comparto tu opinión. Me gustaría que mucha gente hiciese esta reflexión, porque el exceso de información trágica y de teorías fatalistas está haciendo mucho daño. Un abrazo.
Francesc Miralles
¡Otro abrazo, Carmen!
Mamen
Los humanos parece que no aprendamos!
Por supuesto que otro munDo es posible, lo hay! pero Es triste ver que no somos capaces….
Tristeza maxima!
Gracias amIgo
Francesc Miralles
¡Un abrazo, querida Mamen!
Luis Laborda
Totalmente de acuerdo con el contenido de esta publicación… Hace más de 40 años que soy periodista y llevo ya mucho tiempo convencido de que los medios no nos están ayudando a entender el mundo en el que vivimos… Y, al mismo tiempo, los llamados nuevos medios hacen un abuso de su poder, al lanzarlos como un puñetazo contenidos que tal vez hubiéramos elegido no consumir… POr ejemplo, días pasados me topé con un video de una niña aparentemente en sus últimos momentos de vida en la la cama de un hospital… En medio del brote de ira e indignación que me provocó haber sido lanzado a ese video, no pude dejar de preguntarme qué mentes enfermas necesitan ver agonizar a una niña o publicar semejante contenido? Repito, soy periodista hace décadas, pero creo que llegó la hora de darle más seguido al botón de apagado de nuestros dispositivos y dejar que consumir tanta carroña mediatizada.
Francesc Miralles
Suscribo totalmente tus palabras, querido Luis. ¡Un abrazo y muchas gracias por tu testimonio!
Ruthe
Yo soy brasilena y una de nuestras lecturas del curso es eso aqui. muchas gracias por el texto, es muy necesario.
Francesc Miralles
Gracias a ti, Ruthe!