Buenas noches,
A mucha gente le causa extrañeza la famosa frase que pronunció Freud al final de su existencia: “Doy gracias a la vida porque nada me fue fácil”. Estando en Atacama pude comprobar la verdad de esta conclusión.
Cuando saqué, medio año antes, mis billetes para pasar una semana en este desierto a 3160 metros de altura, no sabía que mi estancia coincidiría con una conferencia online que debía dar para una gran compañía.
Por experiencia, sé que los lugares aislados no suelen tener wifi en condiciones, como pude comprobar en la isla de Pascua. Y es imposible dar una charla a miles de personas sin tener fibra o algo parecido.
Nada más llegar a nuestro campamento en el desierto, con volcanes al fondo que rozan los 6000 metros, empecé a preocuparme. La conexión de Internet a través del Starlink de Elon Musk era débil; se iba al garete en cuanto soplaba el viento. Imposible hacerlo desde ahí.
Tratando de encontrar una solución, caminé hasta San Pedro de Atacama para comprobar la potencia del wifi en su mejor hotel. Tras hacer pruebas por Zoom con un amigo, descubrí que la imagen se paralizaba cada pocos minutos, porque la fibra no ha llegado a este pueblo de hippies y montañeros. Impensable también hacerlo desde aquí.
Cada vez más preocupado, a 24 horas del gran evento, me dije que tendría que cruzar el desierto y bajar a Calama, una ciudad minera a hora y cuarto de carretera. Reservé un buen hotel allí, lo cual me sirvió para saber que una conferencia no se puede hacer desde un hotel.
Tras pagar una pequeña fortuna a un taxi para que me llevara hasta allí, me di cuenta de que la línea fluctuaba enormemente dependiendo del número de huéspedes que se conectaban. Pasaba de la estabilidad a la parálisis en cuestión de minutos.
Desesperado, decidí echar mano de una idea peregrina de Nerea, una amiga terapeuta del campamento de Atacama. Me había dado el teléfono de un médico de Calama. Tal vez él pudiera prestarme su consulta para salvar la conferencia, me había sugerido.
Con poca fe, le grabé un mensaje de voz en el móvil explicándole mi situación. A 10 horas de una charla corporativa a la que me había comprometido por contrato, no tenía manera humana de hacerla.
Sin conocerme de nada, me llamó de inmediato. Me ofreció que fuera esa misma tarde a la mutua donde trabaja para probar la conexión en la sala de reuniones de los médicos.
Acogiéndome al milagro, pedí un taxi de inmediato y crucé la ciudad hasta una pequeña clínica, especializada en salud del trabajo, donde se trata a los mineros. Allí me recibió un médico joven y afable. Tras volverle a contar el lío en el que me había metido, me dio una palmada en la espalda y me llevó a la sala de reuniones, separada del trajín de los pacientes por una fina pared de cristal.
La señal parecía fuerte, aunque entraban voces de pacientes como si estuvieran dentro. El doctor me dijo que no me preocupara, que por la mañana sería mucho más tranquilo. Nos despedimos y me volví en taxi al hotel, donde traté de descansar mientras me encomendaba a todos los santos para que el invento funcionara.
Por la mañana me di una ducha, bajé a desayunar y me fui con mi ordenador a la mutua de los mineros. Dentro de todo lo que había intentado, esa era la mejor opción. Nervioso, me encerré en la sala media hora antes para hacer las pruebas. Tal como me había prometido el médico, afuera apenas se oía a nadie.
La sesión comenzó y yo apenas oía nada de lo que decía el público de mi conferencia. La presentación de la directora de la compañía me llegaba como una ráfaga intermitente de sonido incomprensible. Aun así, por el chat me aseguraban que a mí me veían y me oían bien, así que tiré millas y estuve una hora hablando, con la esperanza de que todo saliera bien.
Terminada la presentación, recibí muchas felicitaciones por escrito. Aliviado y lleno de sudor, cerré el ordenador. El buen doctor bajó entonces a verme y me dijo que era hora de que nos fuéramos a tomar un café. Cruzamos la carretera polvorienta para ir a un pequeño mall donde charlamos, reímos y hablamos de futbol.
Al despedirnos con un abrazo, pronuncié la famosa frase de Casablanca: «Este es el comienzo de una gran amistad». El médico rio. Luego me despidió agitando la mano cuando mi taxi tomó rumbo hacia el desierto, de regreso a Atacama.
Ya en Barcelona, mientras encargaba en la tienda oficial del Barça una camiseta para su hijo, que le enviaré juntamente con un par de libros dedicados, me dije que había sido mucho mejor así.
En condiciones normales, me habría limitado a dar la conferencia sin más. Luego habría vuelto a mi rutina. Justamente porque fue difícil, eso me llevó a atravesar el desierto un par de veces, a recibir la ayuda fallida de los empleados del hotel, a disfrutar de la generosidad y ayuda de un médico que no me conocía de nada.
Las dificultades crean amigos. Quizás fuera esta una de las cosas por las que Freud se sentía agradecido.
¡Feliz semana!
Francesc
Comments
Gaby
haber sabido que estabas acá Francesc y cuanto concuerdo contigo en que los momentos difíciles crean nuevas amistades, amores y nos ayudan a convertirnos en mejores personas. ¡UN ABRAZO DESDE CHILE!
Francesc Miralles
Chile siempre me ha tratado de maravilla, en todos mis viajes. ¡Un abrazo enorme, Gaby!
Marisa
WOW! No se com t’ho fas per explicar-ho tot d’una manera tan INTERESSANT! Bé, SÍ: ets brutal narrant històries. Parles d’una mosca i es torna un viatge mega intrèpid! Però, com a extra, també et passen coses molt poc usuals i tens uns pensaments i reflexions molt únics, jajaja. A mi m’hagués agafat de tot 🤣
Francesc Miralles
Jajaja, moltes gràcies, estimada Marisa!!!
angeles
la magia de atacama… ¿cierto? ¡qué maravilla! allí casi todo puede pasar… AUNQUE A VECES NOS HAGA SUFRIR UN POCO…
Francesc Miralles
Sempre recordaré el nostre viatge a Chiu Chiu, estimada amiga!!!
Melissa ROJAS
ES CIERTO, LAS COSAS SOLO OCURREN Y SIN COMPRENDER LA PERFECCIÓN DEL UNIVERSO, AL FINAL TODO TIENE UN SENTIDO.
ANOCHE EN REVISIÓN DE LA PARTE FINAL DE MI TRABAJO (CERROTERAPIA), CITÉ EL CORREO ELECTRÓNICO RECIBIDO EN RESPUESTA POR EL CLUB DE LA ESCRITURA, TÚ RESPUESTA FUE UNA MUESTRA DEL PRINCIPIO FAVORABLE (EL ALQUIMISTA), MI FRECUENCIA DE AGRADECIMIENTO DESDE EL EXTREMO NORTE DEL MUNDO, UN ABRAZO DESDE ATACAMA.
Francesc Miralles
Otro abrazo de un gran amante de Atacama, Melissa!!
AngeLes martínez
¡Vaya experiencias! Eso se llama karma positivo, muy bien por todos 👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻
Francesc Miralles
¡Muhas gracias, Ángeles! Abrazos!!
ANA GONZÁLEZ
Maravillosa reflexión, ¡como siempre Francesc! Ver el lado positivo de las cosas y no rendirse si quieres hacer algo… ¡gracias por compartir tus experiencias! forta abraçada!
Francesc Miralles
Gracias a ti por estar siempre cerca, querida Ana! Bss!!