El regalo de un hombre amable

Buenos días,

Hace quince años, en una vida anterior, hubo un pequeño restaurante en el barrio de Gràcia que reunía a una particular fauna creativa. Se llamaba Buzzing y empezó a tener éxito gracias a la deliciosa fusión mediterránea-asiática de un joven cocinero formado en El Bullit.

De allí siempre salías con alguna nueva relación que a veces se convertía en amistad: ilustradores, diseñadores gráficos, músicos, escritores venían a hacer el menú del día mientras intercambiaban ideas. Por la noche, a veces organizamos conciertos. Yo mismo actué un par de veces con mi primera banda, Hotel Guru.

El Buzzing se convirtió en un verdadero club social donde siempre te presentaban a alguien o te proponían algún negocio (o ambas cosas a la vez). Un amigo mío era un fijo ahí; prácticamente formaba parte del mobiliario. Recuerdo que, en una ocasión, le propuse compartir mesa con un tipo que me parecía interesante y me preguntó:

—¿Es cariñoso?

—Sí… —contesté sorprendido— Es una persona muy amable y cariñosa.

—Entonces puedes presentármelo —me dijo—. El cupo de gente seca o antipática lo tengo lleno.

La crisis del 2008 se cargó el Buzzing con diferente suerte para el tándem que lo llevaba. Mientras dueño estuvo años arruinado por las deudas, el cocinero emigró a Shanghái, donde acabó creando un imperio de restaurantes y hoy es una estrella mediática que sale por televisión.

Escribo este largo prólogo, tal vez innecesario, porque la pregunta de mi amigo ha regresado a mi mente hace poco. En mi profesión uno conoce a gente más o menos agradable cada día, pero pocas personas son genuinamente cariñosas. Por eso, encontrar a una es como descubrir un tesoro. Y, como dice el editor Jordi Nadal, cuando das con un tesoro, has de correr a compartirlo con tus amigos.

Conocí a Ricardo Andrés Tomás, alias Flowpiano, en el retiro anual que doy en Ayumaya, un idílico hotel en las montañas de la Rioja, junto a Anna Sólyom, Cristina Benito y Andrés Pascual.

Supimos que este otoño tendríamos como alumno a Flowpiano, de quien habíamos oído hablar porque ha dado cursos en el mismo Ayumaya.

—Ya lo he conocido —me dijo mi “bro” Andrés Pascual—, y es más majo que la hostia.

Además de ser un calco increíble de Jared Leto —podéis juzgarlo por la foto—, a todos nos encantó la suavidad de su tono de voz, su humildad y actitud siempre amable y sonriente.

Durante el retiro, que iba de cristalizar sueños, tuvimos ocasión de conocernos. Así supe que, además de componer al piano piezas llenas de serenidad, que se pueden escuchar en Spotify y otras plataformas, diseña los libros de Sergi Torres y tiene sus propias publicaciones.

Me faltó tiempo para preguntarle qué estaba preparando, y nos emplazamos a charlar el 24 de diciembre por Zoom; es decir, hace un par de días.

Por nuestra charla supe que en mayo o junio publicará un libro donde reúne su visión sobre el arte, el piano y la vida. En su momento sabréis más de eso, e incluso habrá ocasión de escucharlo tocar en Barcelona. Mientras tanto, me ha dado permiso para compartir algunas pinceladas de un capítulo de su futura obra:

LO QUE EL PIANO ME ENSEÑÓ…

1. Ser instrumento. (…) A través de mi cuerpo de madera y alma de metal, me uno a la música y me uno a ti (…) En esta entrega me completo; sí, me completo. Ser instrumento es suficiente, créeme, querida amiga y amigo.
2. Nada es especialmente especial. (…) Cada nota, cada tecla está justo en el lugar que ocupa, y el sonido que emite es justo el que les corresponde (…) Cada latir, cada pulsación rebosante de ternura, me recuerda que nada es especialmente especial.
3. Somos almas de cuerdas. Acordar, recordar, conectar, escuchar (…) Vivirse cuerda es, en verdad, un acuerdo con el olvido, un acuerdo para reunirse en el sueño con el soñador.
4. Disfrutar del límite habitable. Habitarse en el límite es descubrir una dimensión poética de transformación, 88 teclas y un universo ilimitado de armónicos y estacatos, conviviendo en simultaneo entre blancas y negras bajo esta piel de espejo (…)
5. Hay un orden en todo, no hay espacio vacío. (…)Eso que, a veces, jugando con el caos, no vemos. Si a eso me refiero, a eso que está en mí, pero también en ti. Descansa, amiga y amigo, descansa de una vez, porque ya está́ toda la casa limpia y ordenada…
6. La vida es efímera, en un continuo gerundio… Todo es transformación, todo se está haciendo y nada está hecho del todo. El silencio nace como nota, vibra, suena durante un instante y regresa a la quietud, vive como nota y muere como nota, disolviéndose de nuevo en silencio (…)
7. Con-jugando con un solo verbo. (…) “Vivimos para aprender a amar y amamos para aprender a vivir” decía Mirdad. Como piano, no conozco una forma más honesta de amar que la de acompañar (…) Te doy las gracias, amiga y amigo, por acompañarme en este fragmento de la eternidad.

Y yo os doy las gracias por seguir acompañándome los lunes, aunque en algunos falte a mi cita. Como regalo de Navidad o de Reyes, os he dejado estas inspiraciones de un hombre genuinamente amable a partir de su piano.

¡Os deseo una feliz última semana del año y una brillante entrada al 2023!

Con todo mi cariño,

Francesc