Buenas noches,
Ayer estaba comiendo con mi amigo Ferran Ramon-Cortés y hablábamos del contagio emocional, uno de los temas sobre los que ha escrito.
Es fácil de entender. Al igual que se nos pega una gripe si estamos al lado de alguien con el virus, los estados de ánimo también se transmiten de unas personas a otras. Por esto, cuando pasamos demasiado tiempo con alguien negativo acaban apareciendo nubarrones en nuestro espacio mental y nos volvemos apáticos, irritables o incluso pesimistas.
Sin embargo, el contagio no se limita a los contactos interpersonales, como explicaré más adelante.
Cuando me pregunto cuál ha sido el estado de ánimo dominante en mi vida, me doy cuenta de que la melancolía o una suave tristeza ha estado presente en muchas etapas.
Dicho esto, es interesante ver cuál ha sido el alimento que he dado a mi mente por lo que respecta a la cultura. La música de mi adolescencia era sobre todo de aire gótico, composiciones en tono menor sobre la noche, el vacío existencial y la muerte. Mi especialidad en Filología Germánica, en especial cuando estudiaba en Alemania, era Kafka.
En la actualidad, la mayoría de películas “de autor” que veo son europeas, algunas nórdicas, y no precisamente optimistas. En cuanto a las lecturas, últimamente he estado leyendo la obra de autores franceses como Emmanuel Carrère, Delphine de Vigan y Michel Houellebecq, que no son la alegría de la huerta.
Echando la mirada atrás, si la mayoría de lecturas de mi vida están protagonizadas por seres nihilistas o crepusculares, si sigo escuchando música en tono menor y la filmografía que visito no cuenta historias felices, tampoco es raro que mi estado de ánimo haya sido muchas veces melancólico y los sueños a menudo oscuros.
¿Existe también el contagio cultural?
Decidido a dilucidar esta cuestión, me propuse someterme a un experimento friki. Después de que mi compañera me hiciera ver Love Actually y Notting Hill, algo a lo que siempre me había resistido, mi pregunta fue: ¿qué pasaría si viera comedias románticas tres noches más?
Es un género que jamás había querido visionar, quizás porque mi formación académica se basa en referentes muy alejados de esto. Incluso como autor de desarrollo personal, la documentación que necesito leer trata de la depresión, la ansiedad y otros naufragios emocionales.
Manos a la obra, la siguiente noche del experimento tocó Cuando Harry encontró a Sally, que no había visto todavía, como el resto de las que mencionaré. El guion de Nora Ephron me pareció genial, así como las actuaciones, en especial la capacidad de Meg Ryan para la comedia.
Siguiendo con otras películas de esta actriz con guión y/o dirección de Nora Ephron, luego vino Algo para recordar (Sleepless in Seattle) y Tienes un e-mail. Me gustaron bastante menos que la historia de Harry y Sally, pero sirvieron para completar lo que llamo el Megxperimento, ya que Meg Ryan y sus enamorados se me aparecieron en sueños aquellas noches.
Aparte de ese efecto secundario, reconozco que descansé más plácidamente que nunca. No tuve una sola pesadilla y mi estado de ánimo esos días era especialmente ligero y optimista.
Aquí terminó el experimento que os relato y que me lleva a plantearme varias preguntas: ¿Por qué la inmensa mayoría de obras literarias narran historias tristes o angustiosas? ¿Por qué, en la música clásica, domina la tonalidad menor y la melancolía? ¿Por qué hay muchas más películas violentas que comedias?
Si vamos más atrás de las películas que he mencionado, en 1960 Billy Wilder fue capaz de denunciar los abusos del poder en las empresas a través de la inteligente y divertida El apartamento. ¿Por qué ya nadie hace películas así? ¿Y por qué es tan raro encontrar una novela como El diario de Bridget Jones?
En psicología hablamos del sesgo negativo para explicar por qué el ser humano presta mucha más atención a lo negativo que a lo positivo, ya que originalmente esas informaciones eran vitales para nuestra supervivencia. Sin embargo, la inmensa mayoría de gente no se ve atacada por un oso, ni tiene un asesino en serie pisándoles los talones.
¿Por qué, entonces, seguimos eligiendo estos contenidos, que nos roban la calma y nos dibujan un horizonte siniestro, en lugar de optar por el buen rollo?
Una razón es que hay muy pocas películas y libros con ese tono (me siento orgulloso de que Coworking sea una de esas excepciones). La otra es que no nos damos cuenta de hasta qué punto lo que consumimos intelectualmente (y a eso podemos añadir las noticias) condiciona nuestro estado de ánimo y nuestra visión de la vida.
Ser consciente del contagio cultural, además del emocional, nos permitirá cuidarnos mejor y elegir de qué manera queremos sentirnos, pensar y, en suma, vivir.
¡Feliz semana!
Francesc
Comments
ANA GONZÁLEZ
Así es, querido francesc. Todo lo que consumimos nos alimenta: el cuerpo, el alma, nuestras creencias. pensamientos y estado de ánimo. tu artículo me ha hecho reflexionar sobre mi positividad y alegría y mi forma de «vivir la vie en rose». Tal vez porque ese tipo de películas que has mencionado son mis preferidas y busco historias de final feliz, divertidas y ligeras… como un reflejo de mi forma de caminar por la vida. así que estoy deseando adentrarme en coworking y me alegra muchísimo que hayas descubierto este género de películas que tanto bien te hará: mientras las ves y después. una forta abraçada, estimat francesc!
Francesc Miralles
De vez en cuando, es saludable también ver un drama como «As Bestas», que me pareció una obra maestra, pero si solo consumimos contenidos negativos, al final lo que nos estamos diciendo es que la vida es un horror. COWORKING te va a hacer sonreir, no me cabe duda 😉 Besos!
Pamela betancourt
Francesc querido, qué fantástico análisis. Muchas veces somos nosotros mismos quienes condicionamos nuestro estado de ánimo sin ser conscientes de ello.
Como siempre un gusto leerte, te envío un abrazo.
Francesc Miralles
Un abrazo de vuelta para ti, Pamela!!
Ferran
francesc, sabes que uno de los temas de nuestra comida fue comentar tu libro Coworking, que sin duda nos ofrece esta dosis de buen rollo al tiempo que nos sumerge en experiencias vitales que todos podremos conectar con nuestras propias vidas. gracias por aportar, desde la cultura, un contagio placentero y sano.
Francesc Miralles
Gracias a ti, queridísimo amigo y fuente de inspiración!!! Abrazos!!