Buenas noches,
Mis amigos de Facebook deben de alucinar con el sinfín de directos que he hecho los últimos meses en las redes. No quiero que piensen que tengo alma de instagramer o de influencer. Esto es coyuntural y mi plan es dosificar este tipo de apariciones cuando empiece el verano.
A parte de esa hora que me veis conversando, mi vida transcurre dentro de una cueva donde básicamente existe el trabajo. Entre artículos y proyectos editoriales —siempre con retraso por mi parte—, clases, consultas y conferencias a distancia, el día pasa en un suspiro. Y me habría metido en un lío mucho más grande de no ser por un sueño.
Aunque escribí El castillo de los 9 espejos, que va sobre sueños lúcidos, debo reconocer que raramente me acuerdo de lo que sucede en mis aventuras nocturnas. Por eso, la otra madrugada me sorprendió tener un sueño muy nítido y distinto. Digo distinto porque es la primera vez que aparece alguien en un sueño para darme una orden.
Yo estaba sentado en una terraza en medio de un jardín (un poco como el de Lake View de Upload) haciendo nada, algo insólito para mí, cuando de repente se acercaba un hombre de cabellos blancos. Vestía como un dandy y se plantaba delante de mí, sin tomar asiento. El sol se filtraba a través de la melena que le llegaba a los hombros.
Entonces me decía:
—Por favor, olvídate de eso que tienes planeado hacer. He venido para pedirte que inviertas tu tiempo en otra cosa.
—¿Ah, sí? —le preguntaba, intrigado— ¿Qué cosa?
—Tal vez ahora no tenga sentido lo que te diré, pero te pido que lo hagas igualmente. De aquí un año entenderás por qué tenías que hacerlo.
Luego se marchó, dejándome solo en el jardín.
No compartiré todavía lo que el hombre del pelo blanco me pidió que hiciera, porque aún estoy empezando, pero cuando haya completado el proceso lo contaré.
La rareza de este sueño luminoso me despertó. Y, al abrir los ojos en medio de la noche, recordé un poema que iba como anillo al dedo a lo que acababa de suceder. De hecho, creo que es perfecto para cualquiera de nosotros en la situación que estamos.
El poema es de David Whyte y me había llegado por una traducción de Andrés Martín Asuero. Se llama Sweet Darkness, Dulce oscuridad, y en su segunda mitad dice:
—————
La noche te dará un horizonte
más allá de lo que puede ver.
Debes aprender una cosa:
el mundo fue hecho para estar libre en él.
Renuncia a todos los otros mundos
excepto al que tú perteneces.
A veces se necesita oscuridad y el dulce
confinamiento de tu soledad
para aprender
que cualquier cosa o persona
que no te haga sentir vivo
es demasiado pequeña para ti.
—————
Feliz semana,
Francesc
PD. La imagen es del fotógrafo Juan Arboleda.
Comments
Isi
Y sigo esperando las palabras de ese sabio de pelo blanco. Gran poema, amigo!
Francesc Miralles
Eso en directo, Isi :))) Es un poema revelador, oscuro y luminoso al mismo tiempo. Me hace pensar en tu poesía :**
Luzdivina Rubio
Que bonito!!! Gracias por compartir… Aunque sea a medias… Siempre es un gusto leerte. ME ha encantado el fragmento deL poema. Espero que nos desveles el resto del sueño en breve. Feliz día.
Francesc Miralles
Muchas gracias, Luz Divina! Un placer muy grande compartir estos descubrimientos con vosotros 🙂
Rosa Gonzalez
Excelente que tu sueño te de la respuesta.., precioso poema. ?❤️
Francesc Miralles
¡Muchas gracias, Rosa! Un abrazo
Carla Gracia
Será un camino precioso de recorrer. ¡Adelante!
Francesc Miralles
Moltes gràcies, estimada Carla! :)))