Buenas noches,
Desde que el 30 de noviembre de 2022 el chat GPT saltó a los medios, me han invitado a no pocas mesas redondas y debates sobre este tema, aunque lo cierto es que soy solo un mero observador de esta herramienta. Porque todavía es eso, una herramienta, no una inteligencia como HAL en 2001, una odisea del espacio.
Ahora puedo decir más sobre la I.A., sobre todo después de sufrir su mal uso como editor de diferentes proyectos.
Como usuario, mi experiencia fue breve y decepcionante. Le pregunté qué libros se habían publicado en español de un autor francés que me gusta, y me dio mal la mitad de los títulos —traducción automática del francés—, además de colocarlos todos en editorial Planeta, cuando solo había publicado un par.
No corregí sus errores porque no quiero entrenar a la máquina.
Como editor, la cosa ha sido mucho más irritante. Trato de no implicarme en proyectos de libros ajenos, pero a veces debo hacerlo por amistad con el editor o con un determinado autor o autora. Y eso me ha hecho vivir los casos que contaré ahora:
1. EL PRÓLOGO VACÍO. Contacto con un especialista en una rama de la psicología para que haga un prólogo para un colega suyo que ha terminado su nuevo libro. Al cabo de 24 horas me llega un prólogo de 3 páginas. Parece bien escrito, pero a la que me pongo a leer me doy cuenta de que no dice nada. Son solo palabras rimbombantes, como el discurso de un mal político. Le pregunto: “¿Qué querías decir con ese texto?”. Y me responde: “La verdad es que lo ha escrito Chat GPT. Le he pedido: escríbeme un prólogo a la manera de xxxx (autor famoso). ¿No te gusta?” RESULTADO: Ahí tenéis a Francesc sudando la gota gorda para rescribir el prólogo de arriba abajo, tratando de contar algo.
2. LOS CAPÍTULOS “A LA MANERA DE”. Una editorial de novela histórica recibe una muestra de un autor amigo, que plantea un argumento interesante sobre una época acerca de la que apenas hay ficción escrita. El editor me contacta para saber mi opinión, porque no sabe si el texto le gusta. Da la casualidad de que conozco al autor, de haberle leído otros libros, y no reconozco una sola de sus líneas. El texto está muy recargado y resulta difícil de leer. Decido llamarle por teléfono, intrigado por ese cambio de registro. Me dice: “Escribí una primera versión “en seco” y luego lo pasé por el Chat GPT para que lo reescribiera a la manera de Robert Graves. ¿A que mola?” RESULTADO: La editorial no compró el proyecto. No lo veía claro (sin saberlo, no lo veía humano).
3. UNA COLECCIÓN DE TOPICAZOS. Mi tercer encuentro con la I.A. es un libro de no ficción de una especialista en arte y creatividad. Me contrata como asesor de un manual en la línea de Julia Cameron (El camino del artista), para supervisar los primeros capítulos. Acepto el encargo solo porque debo un favor a su agente. Empiezo a leer y me encuentro con listas aburridas de conceptos, sin una sola idea disruptiva. Esto me sorprende, porque la autora es excéntrica y, en sus apariciones públicas, suele sorprender con sus ocurrencias. Pero en el texto solo veo lugares comunes. Es aburrido a morir. Al preguntarle, me confiesa que ha hecho un primer volcado de los temas con A.I. para escribir a partir de ahí. “Mal hecho”, le digo, “la A.I. funciona por probabilidad y te dará la respuesta más repetida en las redes, es decir, lo que todo el mundo sabe, y lo que tú necesitas es sorprender al lector, romperle los esquemas.” RESULTADO: Con muy buen criterio, ha vuelto a la casilla de salida y está escribiendo el libro de cero.
Estos tres casos prácticos me llevan a extraer tres principios sencillos para no hacer el ridículo con la I.A.:
- Si no tienes tiempo de escribir, no escribas.
- Si te da pereza escribir o no te apetece hacerlo, no escribas.
- Si no sabes qué escribir, no escribas.
¿Qué sería, entonces, un buen uso de la I.A. para la creatividad? Básicamente, usarlo para que localice documentación. Por ejemplo, que identifique los mejores artículos o libros publicados sobre un tema, pero luego hay que leerlos para saber tu opinión sobre lo que dicen y extraer, de modo personal, algo de valor.
Si te limitas a darle a la tecla —eso también lo puede hacer el editor, no se necesita a autores para eso—, pasándote de listo, puedes acabar como el verdadero tonto de esta historia.
¡Feliz semana!
Francesc
PD. Por cierto, las editoriales usan ahora detectores de textos generados por la I.A. Si eres un autor profesional y quieres ahorrarte trabajo, te van a pillar seguro y quedarás como un vago del que no se pueden fiar.
Comments
Silvia Adela Kohan
Que buenos que alertes acerca de la ia.
yo he tenido una experiencia nefasta con mis libros. Creo que cedro está tomando cartas en este aspecto
Mari Cruz
Qué sencillo y qué bien explicado. Es un gusto leerte, gracias por humanizar tanto con tus palabras y por ser tan humildemente auténtico.
Francesc Miralles
Muchas gracias, Mari Cruz! Un abrazo fuerte!!
Francesc Miralles
Tus libros están a años luz de la I.A., querida amiga!!!
Elena
Buenas tardes,
Lo que me ha llamado más la atención, es que a estas dos personas les gustara el trabajo que había hecho la IA.
Suerte que aún quedan escritores con alma y que les gusta hacer su trabajo, como tú Francesc.
Lo que importa, es estar despierto y no dejarnos influenciar. Parece que cada vez habrá más «maquinitas», que triste…
Una abraçada, un abrazo!!
Francesc Miralles
Les gusta porque ni siquiera leyeron lo que dio la maquinita 🙁 Abraçada!!
Vicente
Muy buena reflexión y consejos, Francesc. Totalmente de acuerdo en que el principal objetivo debe ser huir de los lugares comunes y sorprender al lector. La IA solo debe ser una herramienta de productividad para ayudarnos a recopilar información, investigar y consultar, pero siempre contrastando todo y mucho menos dándolo como cierto.
Francesc Miralles
Así es, querido amigo!!
beatriz
me quedo con esto:
Si no tienes tiempo de escribir, no escribas.
Si te da pereza escribir o no te apetece hacerlo, no escribas.
Si no sabes qué escribir, no escribas.
grande francesc!
Francesc Miralles
Un abrazo, Beatriz!