Algo sobre lo que nunca se haya escrito

Buenas tardes,

Reaparezco a mediados de semana, en lugar de lunes, para hablar de un proyecto que se ha empezado a anunciar hoy.

Hará un año que los editores de Audible, el sello de audiolibros de Amazon, me pidieron un original book. Así se llaman los títulos escritos solo para audio. En este caso, además, el compromiso era que no se publicaría en papel hasta de aquí diez años. Sería un no ficción, leído por mí mismo, con una premisa que era todo un reto: debía tratar acerca de algo sobre lo que nunca se haya escrito.

Así sucedió con Ikigai, pero tenía su origen en un hallazgo que hicimos con Héctor García, no en un encargo.

Por lo tanto, tuve que ponerme de nuevo el traje de editor, cuando leía con pasión el Publishers Weekly e iba cada año a la feria de Frankfurt a espiar las tendencias. El objetivo era entonces el mismo: descubrir qué libro no se había hecho aún, qué tema valioso quedaba por abordar.

Cuando trabajas de editor no es nada fácil encontrar algo así. Las agencias y los autores te mandan libros sobre la autoestima, la asertividad, el coaching… viejos conocidos con la visión de otro autor o autora. Pero lo que necesitas para sorprender al público es algo realmente nuevo.

Este fue el motivo por el que pronostiqué a mi amigo Xavier Guix que El problema de ser demasiado bueno tendría mucho éxito, como ha sido. Se reeditó el primer mes y está ya contratado en cuatro idiomas. No se había escrito aún sobre «la mala bondad», como debía llamarse al principio, y eso lo impulsó.

Mi mirada de editor se fundió con la de autor al abordar el reto de Audible. Como lector asiduo de no ficción —las novelas son mi entretenimiento—, ¿qué tema no había llegado aún a mis manos que despertara mi deseo de saber? El «click» se acabó produciendo, pues ese era justamente el tema.

Ese «click» que marca un antes y un después en nuestra vida. Aunque yo mismo he vivido unos cuantos, siempre he sentido curiosidad por saber cómo se generan y si hay una manera de activarlos, así que empecé a investigar en esa dirección. Para ello conté con una decena de maestros en distintas disciplinas que contribuyeron en el proyecto.

En nuestra existencia vivimos cambios graduales, así como otros más rápidos impuestos por las circunstancias, pero también momentos que son pura magia. Tienen lugar cuando sentimos que algo hace «click» dentro de nosotros, como encender la luz en una habitación a oscuras.

Sucede en un instante, pero de repente sabemos que nada volverá a ser igual. Sentimos ese «click» cuando nos asalta una nueva idea o visión que va a cambiar nuestra vida, y quizás también la de los demás. Sin embargo, estos instantes de magia y transformación no son exclusivos de los genios, tienen lugar también en el mundo cotidiano.

Hay un «click» íntimo cuando conocemos a una persona que nos conmueve profundamente, cuando el fumador tira a la basura el último paquete de cigarrillos que comprará en su vida, al decidirte por fin a hacer algo que hasta ahora no habías osado hacer.

También en el ámbito espiritual, la mayoría de religiones mencionan momentos de iluminación o despertar que marcan un antes y un después en la conciencia de la persona, y en su forma de pensar y vivir.

¿Cómo se producen esos «clics» que abren nuevos horizontes? ¿Hay formas de provocarlos o, al menos, de favorecerlos?

Si te gusta escuchar audiolibros, encontrarás la respuesta en este original book, que ya se ha lanzado al universo: https://amzn.eu/d/06uPB6fn

Dicho esto, el verano sigue adelante lleno de novedades. Tras regresar de Japón, como contaba la semana pasada, voy terminando lo que me queda pendiente para iniciar, a partir del próximo domingo, dos viajes que darán seguro buenas historias para estas Monday News que últimamente he tenido un poco abandonadas.

Anticipo que la primera tendrá mucho que ver con la vida en el mar, hasta aquí puedo contar. Espero que sea refrescante y que podamos inspirarnos y reír juntos. Allí donde estés, si abres bien los sentidos, descubres que la vida es una aventura constante.

Con mucho cariño,

Francesc